lunes, 29 de julio de 2013

Miramar blues

Augusto Rubio Acosta
La primera vez que me detuve aquí, mi madre me cogió de la mano muy fuerte para evitar que me aviente. Como siempre me llevaba a la Plaza para aprender a manejar bicicleta, el fondo y la forma del contundente paisaje que poseía ante mis ojos me permitían dibujar -con el índice izquierdo- extrañas formas en al aire. Por las noches, con el ruido de las olas reventando sobre las piedras del barrio Miramar, mi sueño se poblaba de no pocos ideales. Me soñaba fundiendo metales, puliendo papeles escritos, tendiéndolos a secar sobre un cordel -ante el sol de la mañana- de un extremo a otro de Meiggs (la avenida). 
Pero un día infausto de octubre, de esos que cada cierto tiempo me han sacudido la existencia, mis padres hicieron estacionar un enorme trailer frente a casa. Poco a poco, en varios viajes hacia el sur de la ciudad, una cuadrilla de sujetos desalmados cargaron y se llevaron todo lo que teníamos. Al final, mis padres dijeron: 'ya terminamos la mudanza, siéntate en el sofá de la sala', dispuesto tal cual sobre la tolva... Fue entonces cuando huí, cuando salí corriendo -sin control- de casa y sin mirar atrás. Fue cuando me interné en las calles insondables del puerto, cuando temblé el día entero y me comí las uñas de tanto pensar. Fue cuando todo lo que vi detrás mío estaba hecho un desierto, una ciudad calcinada y humeante a la distancia, lejos. Así, brutalmente se fueron mis mejores años, mi infancia. Ahí estaba yo de pie, (como ahora, como siempre), detenido frente al mar.

El Niño y su influencia en el antiguo San José de Moro


Augusto Rubio Acosta

En San José de Moro, las investigaciones, dirigidas por Luis Jaime Castillo Butters, se han centrado en el estudio de las prácticas ceremoniales y funerarias de las sociedades prehispánicas que habitaron el valle del Jequetepeque y en la evolución de su cultura material. Se ha enfatizado en algunas manifestaciones singulares como la cerámica Mochica Tardía de Línea Fina y la cerámica Mochica Polícroma, se ha desarrollado temas como el estudio del colapso Mochica, el impacto Wari y Cajamarca en la región, así como el tránsito hacia Lambayeque y Chimú. Sin embargo, no es lo único que se estudia en la zona; en el lugar encontramos también a otros investigadores como el geoarqueólogo de la Universidad de Maine (Estados Unidos), Daniel Sandweiss, quien investiga la prehistoria del fenómeno de El Niño en la costa peruana, usando los datos arqueológicos para reconstruir el clima y para indagar en los efectos que estos podrían ejercer en las sociedades del pasado. Aquí nuestra breve conversa:

¿Qué tanto podemos decir sobre El Niño y la influencia que ejerció en los antiguos pobladores de San José de Moro?
Para empezar, los cambios culturales en este pueblo no fueron el resultado directo de los cambios de frecuencia de El Niño. Sin embargo, la correspondencia entre estos dos ámbitos sugiere alguna relación, mediada a través de la tecnología, la historia, las prácticas culturales, la religión, la percepción y las idiosincrasias personales y de grupo. Para estudiar todo esto se requiere de un equipo multidisciplinario que vaya más allá de lo que dice la arqueología, la antropología, la biología y otras especialidades. Se requiere que trabajemos juntos. Con gente con diferente entrenamiento podemos acercarnos mejor a entender el desarrollo de las culturas en la costa peruana en el ambiente natural y en su ambiente social. Necesitamos de múltiples enfoques para interpretar lo que encontramos, para entenderlo cabalmente.

¿Qué es lo que están excavando ahora?
Estamos analizando depósitos de aluviones del fenómeno de El Niño en la antigüedad, para ver su frecuencia. Vemos varios niveles naturales. Cuando viene el agua deja sedimentos expuestos, los estamos estudiando. Excavamos, vemos el perfil, los dibujamos, describimos, recogemos las muestras y los llevamos a la Universidad de Maine, a laboratorios especializados que arrojarán un resultado todavía dentro de un año. Fechamos la arena y cuidamos mucho el contexto, no perturbamos los depósitos geológicos. Excavaremos cinco o seis metros de profundidad. Después, publicaremos un libro con todos los resultados.

¿Cuántos investigadores trabajan específicamente en el estudio de El Niño?
Somos tres arqueólogos, una geóloga, un promedio de 10 a quince personas trabajando en un proyecto que hace posible la Nacional Science Foundation. El enfoque interdisciplinario es imprescindible. 

¿Qué tanto ha afectado el cambio climático a este tipo de investigaciones?
Partamos de que los eventos climáticos como El Niño tienen un efecto enorme en el desarrollo del pasado, tienen impacto muy fuerte en el registro arqueológico. Cuando llueve fuerte destruyen sitios, malogran todo. Hace varios años en Lambayeque, durante el último Niño, toda una huaca desapareció porque se la llevó el río, fue algo espantoso. La vegetación que crece después del fenómeno, crece y entorpece el trabajo que hacemos. En la naturaleza hay cambios climáticos, siempre han habido, pero lo que hace el hombre (destruyendo el medio ambiente de diversas formas) ahora no sabemos adónde nos va a llevar; puede ser terrible, quizá peor que lo que ha pasado en la antigüedad. Por eso, para prevenir desgracias, tenemos que poner en práctica estrategias sostenibles y ‘verdes’ para evitar desastres arqueológicos y de todo tipo.

sábado, 27 de julio de 2013

Los idiotas

Del archivo, y a propósito de la coyuntura política y social que por estos días (y todo el tiempo) vivimos, rescatamos este texto de César Hildebrant (publicado originalmente en el diario La Primera, el 4 de junio de 2009), lectura que consideramos imprescindible para ustedes los lectores:

"Qué miseria tener que escribir todos los días de política.
Qué sarta de mentiras y de impostores.
Cuánta engañifa. Cuántos sapos tragados. Cuántas noches de iguana.
Qué débil la inteligencia, qué poderosa la teatralidad, qué chusco el disparate.
No entiendo por qué no se callan si no tienen nada que decir.
Un año de transcripciones del Congreso no vale una página de “Duque”, la novela en la que José Diez Canseco describe, con tintas cargadas, la clase social de la que tuvo que huir para ser y de la que renegó para no ser como ellos.
Diez años de discursos en el hemiciclo no valen un cuadro de Tilsa, un cuento de Ribeyro, una travesura alada de Eguren, un disco de Lola Odiaga dándole a su clavecín bien temperado.
Sólo el arte podrá salvar a este país en el que la vulgaridad se ha convertido en virtud.
El día en el que los periódicos le dediquen más páginas a la cultura que a la política, ese día será uno de liberación y refundación.
Porque estamos secuestrados por los idiotas.
Los idiotas que deciden de qué van los noticieros de la tele.
Los idiotas que trazan la ruta y la agenda de la política.
Los idiotas que creen que la prensa la deben de escribir los que no saben escribir y que las universidades las deben regir los oculistas.
Nunca han tenido más poder los idiotas. Sólo los forajidos compiten con los idiotas. Y no hay clase más dominante que la de los idiotas forajidos.
Mientras tanto, los investigadores de la ciencia no tienen dónde caerse muertos, la Biblioteca la dirige un adulón, el INC es una momia, los poetas no tienen editores, los nuevos novelistas deben pasar por “Sic” para sobrevivir y cualquier brillo ha sido desterrado de los periódicos.
Es más: todo brillo ha sido prohibido y la trinchera norte de los opacos ha tomado el poder. Esto es el Mayo-68 de la opacidad.
Todo cambiará el día en que encendamos la tele y escuchemos un conversatorio sobre Garcilaso y abramos un periódico y hallemos seis páginas dedicadas a César Moro y sintonicemos una radio para oír un debate en torno al Protocolo de Kyoto.
¿Que eso aburre?
Pues pueblo que no se esfuerza ni se aburre un poco en el esfuerzo termina creyendo que Magaly Medina tiene importancia. 
Es imprescindible aburrirse. Es del todo necesario ampliarnos, renacer, fatigarnos.
De lo contrario puedes aparecer, con cara de idiota, en alguna página de Sociales.
Desconfío de la gente que no se aburre.
Esa es la gente que optará por lo fácil.
Y lo fácil es ser idiota.
Un idiota feliz."

viernes, 26 de julio de 2013

No me digas: 'Feliz 28'; dime qué mierda estás haciendo


Augusto Rubio Acosta
En fechas como la que nos tocan, los discursos oficiales no faltan, las sesiones solemnes no escasean, los Te Deum se imponen, los desfiles institucionales están de moda, las marchas de la bandera, las actuaciones escolares, las paradas militares, las jaranas ‘criollas’, los ‘feriados largos no laborables’, los reportajes periodísticos en medios de dudosa credibilidad, y una gran cantidad de eventos temáticos adornados por los colores rojo y blanco, capturan la atención de la mayoría de ciudadanos para quienes el sistema en el cual vivimos es perfecto, inmaculado, ‘patriótico’, encaminado hacia el 'desarrollo', pero sobre todo ‘divertido’ y altamente vacacional ('porque se está favoreciendo el turismo interno'). 
Así, el 28 de julio y los días que le anteceden y siguen, todos hablan de peruanidad mientras saborean un anticucho; todos ven (cebiches de por medio) el insulso mensaje anual de Fiestas Patrias en la televisión, aunque de economía y crecimiento sostenido no se conozca en absoluto (total: lo que importa es reunir a la familia y tomarse varios piscos bien ‘peruanos’). En 28 de julio todos ven la transmisión del desfile militar en el Campo de Marte, mientras recuerdan la época en que marchaban por un miserable gallardete o una medalla de latón (perdiendo valiosas horas de clase y de estudio efectivo); todos se acuerdan de Grau, de Bolognesi, y de tantas luminarias nacionales que nuestros historiadores ensalzaron a su manera para hacernos sentir de alguna forma (justificadamente o no) orgullosos, valerosos, unidos ante la amenaza foránea.
¿En nada más podemos pensar los peruanos en las fechas que hoy nos tocan?, ¿a tan poco se ha reducido la capacidad de análisis de los peruanos (si es que alguna vez existió en este país que de la gastronomía se precia mucho, pero de la dignidad no tanto en los tiempos que corren)?
Los peruanos hemos estado históricamente divididos. Somos tan escindidos como diversos desde tiempos inmemoriales. Revisando la historia, caemos en la cuenta de que los múltiples malos ejemplos que nos dejaron nuestros antecesores son muchos (tenemos a quiénes salir), haciéndose entonces necesario poner los puntos sobre las íes.
Situémonos nomás en Chimbote, veamos a nuestro alrededor, afinemos el sentido del olfato y bastará para darnos cuenta qué está en proceso de descomposición en la ciudad y de dónde viene la podredumbre. Hacer patria, servir al Perú, no implica necesariamente dirigirse como voluntario al frente de batalla durante algún conflicto armado externo o interno. Hacer patria no significa salir a marchar junto a quienes dicen ser ‘autoridades’ en ridículos e hipócritas ‘paseos de bandera’ alrededor de la Plaza de Armas o hacerse el disforzado a la hora del izamiento. Hacer patria no significa aparecer con nombre y apellido en los programas impresos de la comuna por esta época del año. Tampoco implica colocar el emblema nacional en la fachada de nuestras casas para evitar la multa. Hacer patria es mucho más. Es abrirle los ojos a la gente que se niega a ver lo que verdaderamente vivimos, es apoyar las causas ciudadanas exigiendo el respeto a los derechos inalienables, es luchar contra la corrupción que se ha apoderado de Áncash y de todos sus estamentos oficiales, es pararse ante los semáfotos pancartas en mano (brazos en alto), y salir a marchar para levantar la voz de protesta ante la desidia e indignidad en que nos desenvolvemos día a día, semana a semana, año a año (por décadas) en Chimbote mientras las cosas siguen iguales: el mismo caos, la misma mediocridad, la miseria y desigualdad de siempre, la misma podredumbre.
 Es 28 de julio, lector de este blog miserable. Te dejo un abrazo, siempre y cuando estés haciendo algo para cambiar la realidad en Chimbote, puerto donde sobrevivimos. Muchas gracias por comentar y estar ahí siempre (hace unos días se cumplieron seis años ininterumpidos de este espacio digital), ya nos vemos.

jueves, 25 de julio de 2013

La felicidad según Bauman

Leyendo a Zygmunt Bauman, sociólogo y autor de La cultura como praxis, Vidas desperdiciadas y Vida Líquida, uno llega a la conclusión de que la búsqueda de la felicidad, que ocupa nuestro pensamiento gran parte del tiempo y llena la mayor parte de nuestra vida, no puede reducir su presencia ni mucho menos detenerse… más que por un momento (fugaz, siempre fugaz). Bauman habla de la necesidad de replantear el concepto de felicidad, afirma con mucha razón que se nos ha olvidado cómo alcanzarla y 'nos generamos una especie de sentido de la culpabilidad que nos lo impide'.
¿Tiene algo de malo la felicidad?, ¿acaso no significa la ausencia del mal?
El mes pasado, en una entrevista, Bauman profundizó sobre la felicidad, la crisis económica, las redes sociales y la juventud. 'La búsqueda de una vida mejor es lo que nos ha sacado de las cuevas, un instinto natural y perfectamente comprensible, pero en el último medio siglo se ha llegado a pensar que es equivalente al aumento de consumo y eso es muy peligroso. Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos', afirmó el filósofo.
Sociedades como la nuestra, movidas por millones de hombres y mujeres que buscan la felicidad, se vuelven más prósperas, pero eso no quiere decir que se vuelvan más felices. Buscaremos otros libros de Bauman, buscaremos ser felices.

miércoles, 24 de julio de 2013

César Vallejo, una biografía literaria


Bastante tarde, hoy me enteré que el reconocido investigador británico Stephen M. Hart ha publicado la primera biografía literaria en inglés de César Vallejo, uno de los grandes vates universales del siglo XX. "César Vallejo, a Literary Biography" (Tamesis Books), fue presentado la semana pasada en el Instituto Raúl Porras Barrenechea, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El investigador es profesor del University College London y ha dedicado las últimas tres décadas a investigar a Vallejo, pero también tiene trabajos sobre otros célebres autores como el colombiano Gabriel García Márquez.
Esperamos tener pronto el libro en nuestras manos. Según Hart, ha utilizado como fuentes primarias las obras de los peruanos Juan Espejo Asturrizaga y Juan Domingo Córdoba, quienes fueron amigos de Vallejo, pero también ha entrevistado a expertos, descendientes y personajes vinculados con el escritor. Se trata de una biografía literaria que enlaza la vida cotidiana del autor con su obra y contiene 16 propuestas, algunas de ellas totalmente nuevas y otras que reafirman temas y aspectos descubiertos o sugeridos con anterioridad. Entre estos, el estudioso propone que Vallejo, al haber sido nieto de dos sacerdotes españoles, sufrió durante sus primeros años "un cierto exilio en la sociedad" de su natal Santiago de Chuco. El libro ratifica, además, que entre los amores juveniles del poeta estuvieron dos chicas con el mismo nombre: Otilia Vallejo Gamboa y Otilia Villanueva Pajares, la primera inspiradora de muchos poemas de "Los heraldos negros", incluido el célebre "Idilio muerto", y la segunda de "Trilce". El biógrafo también revela que Vallejo se enamoró en ese periodo de Gavina Salamanca López, quien había vivido con un sacerdote español y que luego se vinculó sentimentalmente con Carlos Santa María, el hombre que se enfrentó al poeta en un juicio que obligó a Vallejo a pasar 112 días en prisión. Ya llegará el libro al búnker, ya lo tendremos frente a nuestros ojos.

¿Ética periodística o autocensura de la tragedia?

La última edición de Rolling Stone, y su polémica portada, continúa generando debate y no pocos altercados entre quienes opinan incluso ignorando por completo el reportaje de las páginas interiores, que intenta explicar cómo un estudiante popular y prometedor se vinculó con islamistas radicales y se convirtió en un monstruo. Los editores de la revista, que defienden su decisión basándose en el hecho de que Dzhokhar Tsarnaev (quien enfrenta juicio como uno de los responsables de los atentados de la maratón de Boston del pasado15 de abril, las mismas que dejaron tres muertos y 264 heridos) sea joven y se ubique dentro del grupo de edad de muchos de sus lectores, consideran ésto último como importante para la publicación porque permitirá examinar las complejidades del tema.
Sin embargo, para la mayoría de la opinión pública Rolling Stone ha premiado a un terrorista, prodigándole un tratamiento de celebridad y ha colocado a Tsarnaev ante los ojos del mundo como un rockstar. Cientos de negocios y cadenas minoristas retiraron de sus anaqueles la revista en aras del respeto a las víctimas y a las familias afectadas. Otros sectores llamaron a una quema pública de los ejemplares de la publicación. Incluso hasta el alcalde de Boston consideró que la portada “reafirma el mensaje de que la destrucción les da fama a los asesinos”.
Al respecto, no es la primera vez que un magazine publica en su primera página el rostro de un asesino.  Time publicó en su portada  los rostros de los asesinos de 12 estudiantes y un profesor, crímenes cometidos en 1999 en una escuela secundaria norteamericana. La revista los llamó “los monstruos de al lado”, buscando una explicación a qué había convertido a estos dos muchachos en los responsables de una tragedia. Y la lista es larga. Timothy McVeigh, autor del atentado en Oklahoma, donde murieron 168 personas, apareció al menos en tres ocasiones como el actor principal de la portada de Time entre la fecha de su aprehensión y su ejecución en 2001. Lo mismo ocurrió con Osama bin Laden después del 11 de septiembre.
¿Pero qué lleva a un editor a colocar en portada a alguien como los arriba mencionados?, ¿qué papel desempeña la ética en todo esto?, ¿utilizar la fotografía de alguien significa avalar o respaldar sus acciones?
Es cierto que la portada de una revista como Rolling Stone sigue teniendo un papel cultural importante; la elección y el despliegue de una fotografía puede sacudir al lector. Lo sorprendente de este caso, es que la fotografía de Tsarnaevno fue alterada para transmitir una opinión editorial sobre el tema (como ha ocurrido en infinidad de casos que han mostrado al actor principal de un crimen con los ojos desorbitados y en actitudes agresivas). El mismo The New York Times, ya había publicado la imagen en primera plana, así como los grupos que defienden su inocencia.
Hay quienes como Sean Murphy, fotógrafo de la Policía de Massachusetts, durante la captura de Tsarnaev, piensan que la fotografía que debió exhibirse en la portada de Rolling Stone era una donde se ve al joven herido y con los láser de los rifles de la policía apuntando a su cabeza. En un texto titulado “El verdadero rostro del terror”, Murphy considera que Rolling Stone glamoriza al asesino y es un incentivo para otros que desean estar en la portada de una revista.
Lo cierto es que el asunto ha escapado a toda cordura y debate alturado sin que siquiera se lea y revise el reportaje en páginas interiores. Estamos pues ante la cultura de la autocensura ante la tragedia, dejando el mensaje de que todo material debe responder a pautas que se consideran 'correctas', a riesgo de ser considerado de mal gusto o fuera de lugar. Altamente polémico, desde el punto de vista ético merece ampliarse un debate que permita discernir sobre la responsabilidad social del periodista y los criterios editoriales que manejan los medios.

lunes, 22 de julio de 2013

Escritor por sobre todas las cosas

 Augusto Rubio Acosta

Hoy en la librería me encontré con alguien que creyó reconocerme de una de las tantas mesas literarias,  lecturas públicas o recitales a los que de vez en cuando suelo asistir. Era una persona mayor, digamos de unos sesenta años, alguien que a decir de su apariencia -y del vehículo estacionado en la puerta- podría parecer un alto funcionario de la banca privada o uno de esos burócratas que jefaturan alguna gerencia sin importancia y que andan viendo el reloj para poder escapar a la carrera del tedio en que consiste su vida laboral, su existencia. 
'Tú eres, Augusto, me dijo. Qué bueno encontrarte, tiempos que quería hablar contigo, hacerte ver algunas cosas que quizá desconoces dada tu relativa juventud, pero sobre todo saludar las columnas periodísticas que publicas de vez en cuando y bueno, decirte que en algunas cosas discrepamos...' El sujeto alcanzó a decir algunas cosas más, mientras el suscrito revisaba estantes de libros en busca de algún volumen 'decente' para llevar a casa. Supongo que algo debí haberle respondido, alguna interjección debí haber soltado, en verdad no lo recuerdo bien. Estaba tan enfrascado en revisar libros y tenía un galopante dolor de cabeza en ese instante, que de algún modo -sin querer- lo estuve ignorando. 'Y a propósito, Augusto, dime: ¿dónde se te puede ubicar?, ¿en qué trabajas?..' La pregunta me pareció tan familiar como insolente; mi respuesta -como es obvio- fue la misma y contundente de siempre: soy escritor, ése es mi trabajo. 'No te enojes, Augusto, no he querido ofender, te pregunté en qué trabajas porque siempre es bueno saber...' Fue lo último que le escuché decir. Si para él la escritura no significaba trabajo alguno, sino más bien todo lo contrario (una evasión del trabajo, pura frivolidad), no tenía por qué escucharlo, por qué seguir perdiendo el tiempo con él.
En el camino de regreso me puse a pensar que si ese tipo de personas conociera el trabajo que realmente supone escribir un libro, posiblemente cambiarían radicalmente su manera de pensar sobre los escritores y los mirarían con respeto, sin sospechar que en el interior de cada uno de ellos vive un zángano o un parásito de esos que no hacen nada últil en la vida. Recordé que no es la primera vez que me han ocurrido estas cosas; desde muy joven nunca faltó alguien que al calor de una discusión estudiantil o de otro tópico soltó frases del tipo “si tan solo te dedicaras a hacer algo útil…” o “búscate un trabajo de verdad, haragán”. La memoria me devuelve incluso a las ocasiones en que me encontré llenando una ficha, algún documento oficial o respondiendo preguntas durante una entrevista de trabajo: '¿Profesión?: soy escritor, también comunicador social, pero escritor por sobre todas las cosas...'
Dedicarse a aquello que amamos muchas veces genera envidia, qué duda cabe; pero ese es otro tema, otra verdad, otra historia.

domingo, 21 de julio de 2013

El diario, el escritor, la vida

 Augusto Rubio Acosta

Normalmente, cuando me voy de librerías y dispongo del tiempo suficiente para revisar con paciencia sus estantes, casi siempre busco por instinto diarios de escritores. No es que los busque para comprarlos precisamente, pero la curiosidad por saber qué contienen sus índices o ver sus dedicatorias, qué periodo de años abarcan, por leer la reseña que normalmente llevan las contracarátulas, y por verificar otros detalles propios de la edición y de los acabados del libro, me llevan a buscarlos, a desear febrilmente leerlos y a controlarme luego, sabedor que quizá la influencia que podrían ejercer sobre mi (que alguna vez empecé a escribir un diario y lo abandoné al poco tiempo) podrían cambiar la forma en que concebí escribir lo que tengo pendiente hace mucho. 
Todavía recuerdo el año y el momento en que empecé a bosquejar un diario allá en Casuarinas. Fue hace mucho, ocurrió en una de esas etapas de mi vida en que lo que escribí en un cuaderno se tornó una especie de relación diario-vida, pero que poco tiempo después (ahí nomás) derivó en relación diario-muerte. Por ese tiempo me seducía pensar en el diario como un género póstumo. Sentía que escribía para ser leído cuando ya no estuviera (hecho que asumía muy próximo dadas las circunstancias que atravesaba), quizá porque había releído y analizado mucho a algunos autores como Arguedas quien, en su novela póstuma 'El zorro de arriba y el zorro de abajo', adelanta al lector lo que le ocurrirá en la vida real, colocando como punto final del libro su suicidio, su propia muerte.
El otro día, en una de las escasas librerías 'decentes' de la ciudad, encontré un diario que aún no he leido (ni tengo): 'Diario de un escritor', publicación mensual que Dostoievski dirigió desde 1873 hasta su muerte en 1881, páginas donde quedó agrupado todo su pensamiento y donde igual tenían cabida la actualidad rusa, la crítica política o social, el análisis literario y cultural, o las impresiones personales antes los diferentes sucesos históricos. Se trataba de una edición reciente que recoge incluso todas las colaboraciones que el autor publicó previamente en prensa y se complementa con una amplia selección de apuntes de sus cuadernos, formando un documento clave y necesario para la compresión de la historia más reciente de Rusia, de la evolución de una nación, de sus conflictos sociales y políticos, una buena panorámica de la literatura rusa escrita por uno de sus protagonistas, pero sobre todo quizá la mejor forma de acercarse al pensamiento de un hombre como Dostoievski.
De inmediato -con el libro en mis manos- recordé el primer diario que leí y el que me ha marcado la existencia: 'La tentación del fracaso'. Retorné al tiempo en que decidí registrar manual, fragmentaria y brevemente (con fechas, pelos y señales) reflexiones diversas para las que utilicé múltiples registros de escritura. Escribí en esas páginas de cuaderno lo que pensaba por esa época, mis alegrías (que eran pocas), mis sueños (que han sido muchos siempre), las vivencias y esperanzas de esos tiempos, mis frustraciones. Entonces recordé que hasta tengo un doloroso poema llamado 'Los diarios' (publicado en mi segundo libro de poemas), así como cartas inenarrables (no menos dolorosas), escritas en circunstancias límite, destinadas a una novela. Comprendí entonces que el diario es la experiencia más pura del escritor como lector, qué duda cabe. Que a través de él es posible leerse uno mismo, nuestra propia vida, nuestras lecturas. Recuerdo haber releído el diario trunco que guardo en mi vieja biblioteca (aunque ahora que hago memoria quizá lo haya desechado o extraviado en una de las tantas mudanzas que tuve) un par de veces y en ambas ocasiones (en años y épocas vitales distintas) quedé impactado, entristecido en determinados momentos, tocado sobremanera por su crudeza, por cómo había sido mi vida.
Estos días, tras haber visto la aparición de nuevos diarios de escritores en los anaqueles de librerías y en páginas web de cultura que suelo visitar con frecuencia (hay uno de Gay Talese que me quita el sueño: 'Vida de escritor'), pensé en que debería ubicar las páginas de ese diario iniciático que escribí y dejé trunco, quizá para releerlo con calma y retomarlo, para hacer de él mi compañía silenciosa y permanente a lo largo de los días o los años que me quedan de vida, obviamente también para enriquecerlo y algún día publicarlo con nombre cambiado o bajo la identidad de algún personaje de ficción del único libro de cuentos que tengo. Eso sí, no traicionaría el diario que escriba. Lo publicaría tal cual, no suprimiría ni una línea a pesar de las consecuencias que ello pueda acarrearme.
Muchas veces la ficción supera a la realidad, pero en otras ocasiones no tanto (puedo asegurarlo). Antes los narradores aspiraban a escribir la novela total, pero ahora parece que van hacia los diarios y la autoficción. Obedecer a mi criterio intuitivo no estaría mal; después de todo siempre (por encima de los malos y buenos días) hay que seguir escribiendo.

sábado, 20 de julio de 2013

'Mundo cachina', blog de crónicas

En mayo último, empecé a subir a un nuevo blog algunas de las crónicas que forman parte de la segunda edición de 'Mundo cachina', libro que debe ingresar a imprenta muy pronto y cuya entrega definitiva contiene viejos y nuevos esfuerzos en esa especie de inútil intento de atrapar el tiempo en el que uno vive, iniciativa que por supuesto está condenada al fracaso pero que es absolutamente digna intentar una y otra vez. 
Si no les había alcanzado con anterioridad el link fue porque lo había olvidado, porque últimamente ando de sueño, exhausto (de la vida y de sus circunstancias), encerrado más que nunca antes conmigo mismo. 
La crónica, subgénero periodismo -rebelde por naturaleza- es una forma de pararse ante esa estructura de la información que habla de unos pocos y decir que vale la pena contar lo que le pasa a todos los demás. Y es que casi siempre es más importante, más noticioso, más informativo para mucha gente, enterarse de lo que pasa con alguien en una plaza cualquiera que leer las declaraciones de un ministro, de uno de esos alcaldes o presidentes regionales mediocres, ridículos y fracasados que tenemos. A propósito de esto, es una lástima que los medios impresos no recojan la idea de que sería mejor contar vidas cotidianas que noticias. El periodismo debería dedicarse a la vida de todos, a evocar experiencias personales.
Les dejo aquí el link de mi nuevo blog (http://mundocachina.wordpress.com/), lo que no quiere decir que abandonaremos 'Marea cultural', nuestra añosa, absurda y anacrónica forma de comunicarnos. Espero les agrade este adelanto, media docena de crónicas que esperan tu lectura y comentarios. Ya nos vemos.

viernes, 19 de julio de 2013

Sabato en el corazón

El otro día leí una vieja entrevista realizada a Ernesto Sabato, en Santos Lugares, su lugar de siempre. De la misma extraigo algunos fragmentos que considero de interés de ustedes los lectores:
Sábato dice: "Siempre busqué el lado de la perfección, por eso estudié matemáticas, y además venía de una familia muy estricta, donde lo que se comenzaba se terminaba; era la educación de antes. Con el tiempo, fuerzas oscuras me empujaron a los abismos del arte, y desligado de la razón encontré en éste una especie de encarnación de lo abstracto". El escritor coge uno de sus libros y para precisar este pensamiento, esta ruptura de su yo, lee con voz dificultosa: "Durante años estudié con frenesí, casi con furor, las cosas abstractas, me di inyecciones de transparente opio, viví en el paraíso artificial de los objetos ideales... Pero cuando levantaba la cabeza de los logaritmos y las sinuosidades, encontraba el rostro de los hombres".
Esta revelación provoca grandes sombras y paraísos de lucidez. Por eso, el naufragio es una línea mayor en toda su obra; una secuela circular que dolorosamente escribe en mayúsculas. Fiel a sí mismo, dice: "Mi vida es irregular, todo es irregular, mi literatura es irregular, seguramente está llena de defectos, pero es cierto que en la búsqueda de mí mismo, en una especie de exploración desesperada del sentido de la existencia, es cuando me vi obligado a escribir". 
"Los personajes de mis novelas son inventados. Todo sale de mi corazón, de la realidad. Alejandra -protagonista de Sobre héroes y tumbas- es una mujer totalmente creada, no es que haya existido, pero gracias a la literatura es un ser humano. Es un personaje que llama mucho la atención por su fuerza áspera, es muy oscura. A medida que la iba escribiendo me fascinaba. Vivía en un altillo, sola con sus fiebres, demencias y arrebatos; sus pensamientos no eran abstractos, sino serpientes enloquecidas y calientes. Era una loca inteligente y ardiente, su piel se erizaba y se estremecía como la piel de los gatos. Y el chico Martín, tan enamorado de ella, la perseguía como un perrito faldero, pobrecito. Alejandra lo despidió muchas veces, para que no sufriera, pero el amor es ciego y mortal. Después del suicidio de ella, Martín termina en la Patagonia, como muchas personas, termina en el confín del mundo, en Tierra del Fuego. En medio de la tempestad lo que lo atraía era el frío, esa cosa austera. Es de las cosas más crueles que he escrito porque me salió sin proponérmelo, yo no sabía a dónde iba a parar y sentía que tenía que hacerlo. Hay muchas cosas que escribí con lágrimas en los ojos, aunque parezca una broma. Me gustan siempre los personajes marginales; en ellos están muchas veces las grandes verdades, son fuera de lo común, amorales, y nos sacan de esa especie de mediocridad general que habita el alma de los hombres".  
(...) "Uno va por las calles, y me dicen cosas grotescas; algunos se acercan con timidez y me preguntan que si es cierto que los ciegos viven en los subterráneos de Buenos Aires, en cavernas. Eso es una fantasía mía, una metáfora de la ceguera, de habitar en la oscuridad. Puede tener una similitud con Temporada en el infierno de Rimbaud, pero fue inconsciente; por instinto me acerqué a los poetas malditos, es más, el Informe lo pudo haber escrito uno de ellos. Ese libro me trajo muchos disgustos, hasta una queja pública de la Sociedad Argentina de Invidentes. No hago literatura naturalista, eso era una ficción. Curiosamente Informe sobre ciegos, lo pusieron ahora en lenguaje braille", y ríe, con gran ironía, como burlándose de sí mismo, como debe ser.
"La pintura es más sana, he podido vivir 86 años gracias a ella. La literatura que yo hago es muy terrible, llena de vértigos, agotadora; en cambio la pintura es un placer, el placer del color. La pintura ha sido un milagro, quizás me hubiera vuelto loco o simplemente me hubiera muerto de tristeza"...
  

San José de Moro: impacto comunal y desarrollo

Augusto Rubio Acosta

En San José de Moro, pequeña comunidad ubicada en la margen derecha del río Chamán, valle de Jequetepeque (La Libertad), existe uno de los más importantes cementerios y centros ceremoniales regionales pertenecientes a la sociedad Mochica y culturas subsecuentes. El sitio es una llanura arenosa de 10 hectáreas aproximadamente, y en él se concentran restos de edificaciones prehispánicas cuya forma original no es posible definir con exactitud a causa de la erosión y el huaqueo que sufrieron a lo largo de cientos de años. En las cercanías de la zona también se encuentran una serie de sitios arqueológicos de importancia. Hasta ese lugar llegamos para mostrar los tesoros que guarda producto de los sorprendentes descubrimientos de tumbas y cámaras funerarias en 1991, cuando las magníficas tumbas de mujeres halladas en la zona sirvieron como fuente de información privilegiada para conocer detalladamente los aspectos más íntimos y complejos del mundo ritual de los mochicas. Sin embargo, no fue lo único que encontramos. El turismo no es lo que precisamente produce desarrollo, pero sí la generación de bienes y servicios destinados a favorecer la economía de la comunidad del lugar. Entre otras iniciativas emprendedoras, más allá de los grandes hallazgos arqueológicos de San José de Moro, esta es una primera entrega de lo que encontramos:
Sin duda, involucrar a la comunidad en las actividades de excavación arqueológica y sobre todo en la preservación y cuidado del sitio, es uno de los grandes logros del proyecto. La continua interacción entre investigadores y pobladores ha devenido en un dinámico manejo y promoción de los hallazgos, se ha incentivado la recuperación de tecnologías ancestrales por parte de los moradores de la zona, para quienes el rescate de milenarias prácticas artesanales ha significado una oportunidad de desarrollo económico y exposición al turismo. La implementación de un Módulo de Área de Excavación Abierta, que expone los más resaltantes componentes de una excavación real, y el módulo de Reconstrucción a escala de la Tumba de la Sacerdotisa de José de Moro, que es el más visitado por los turistas nacionales y extranjeros, son prueba de ello. El fomento de las danzas folklóricas también lo ha sido. Pero quizá la estrecha relación proyecto-escuela sea parte primordial en la construcción de identidad en una zona donde la migración y el divisionismo de la población es un fenómeno permanente.


El Jardín de Niños Nº 1885
En los últimos años, se ha priorizado la cooperación con las escuelas primaria y secundaria de San José de Moro, contribuyendo con la construcción de aulas y baños, apoyándolos en aspectos básicos de infraestructura y sobretodo tratando de generar en los niños y en sus padres un sentido de identidad con el patrimonio arqueológico. De igual manera, se ha enfatizado la necesidad de pensar en un desarrollo a futuro, que no esté dirigido únicamente a la satisfacción de las necesidades inmediatas.
Según Evelyn Sánchez, directora del Jardín de Niños Nº 1885, los 104 alumnos que tienen distribuidos en cuatro aulas, estudian en un lugar construido en base al tesón de sus padres y al aporte pecuniario del proyecto arqueológico, que donó materiales de construcción, libros, materiales didácticos y aportes monetarios para cubrir necesidades educativas y festividades. ‘Queremos que nuestros niños y niñas sepan lo que aconteció en los orígenes de este pueblo, que se sientan orgullosos del lugar donde nacieron o donde migraron, que valoren lo que tienen para que cuando sean adultos impulsen su desarrollo’, manifiesta.

Los talleres de cerámica y la transferencia tecnológica
Conversando con Luis Jaime Castillo, arqueólogo descubridor junto a Christopher Donnan, de las tumbas de las Sacerdotisas de San José de Moro (que fueron motivo de asombro mundial y foco de una intensa investigación científica dada su extraordinaria riqueza y gran complejidad), nos enteramos que el impacto comunal del proyecto se extiende a diversas áreas, entre las cuales podemos citar la pequeña industria de cerámica puesta en marcha con la colaboración de Sustainable Preservation Initiative, fundación neoyorkina que apoya varios proyectos similares en distintos puntos del país.
‘Los proyectos deben concebirse como impactos comunales. Aquí en San José de Moro primero nos interesa el desarrollo de bienes y servicios, después el turismo. Tenemos una pequeña industria de réplicas de cerámica de muy alta calidad, piezas de línea fina que se exportan gracias a la capacitación de jóvenes lugareños y a Julio Ibamola, experto en la elaboración de ceramios. Estilo mochica tardío de línea fina.
Destinados básicamente al turismo extranjero, los ceramios cuestan entre 15 soles y 120 dólares. Pero eso no es todo: gracias a un convenio con las universidades de Burdeos, PUCP y de Chemnitz (Alemania), se viene produciendo un proceso de transferencia tecnológica que permite elaborar ceramios con bases científicas en cuanto a temperaturas de cocción, pigmentos, uso de difractómetros de rayos equis y espectografía por fluorescencia que permite revelar la manera en que los mochicas elaboraban su cerámica.

La Escuela de campo de Bioarqueología y los rituales de la muerte
El análisis de individuos salidos de las excavaciones en San José de Moro, es otra de las actividades que se realizan en la zona con estudiantes de doctorado y masters de las universidades de Harvard, Yale, California y South Illinois. Los estudios permiten sacar un perfil de las características físicas de las personas que habitaron el lugar en esa época. Se sabe, por ejemplo, que eran muy bajos de estatura (1.43 m. en promedio), que algunos individuos (los que llevaban máscaras) pigmentaron su cráneo de color verdoso así como otras partes de su cuerpo (las manos y el pecho) donde llevaron ornamentos que la corrosión tiñó de verde. Y que hay muchos rasgos similares entre los actuales pobladores y la gente que habitó la zona en esa época. Se estudian los dientes y las características que tienen. Es posible saber todo mediante diversos métodos. 
Las escuelas de campo de Bioarqueología (restos óseos) y la de Arqueología de campo (tumbas y cámaras mortuorias) son una auténtica aula de babel en pleno desierto, por los múltiples idiomas con que se comunican entre ellos. Los jóvenes investigadores aprenden en el lugar lo que aplicarán en otras partes del mundo. No todos serán bioarqueólogos, hay quienes se forman para antropólogos forenses, psiquiatras pediátricos, etcétera. Sus integrantes fueron admitidos en programas de postgrado altamente competitivos y ellos saben perfectamente que se trata de ser profesionales de excepción, adquirir altas competencias y tener entrenamientos rigurosos para llegar lejos en la vida. Una comunidad de investigadores de alto nivel es el que se forma en San José de Moro.

sábado, 6 de julio de 2013

Quipus y poder femenino en el antiguo Perú

El último jueves conversamos con Gary Urton, profesor de Estudios Precolombinos en el Departamento de Antropología de la Universidad de Harvard; y con Luis Jaime Castillo, profesor principal de arqueología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y director del Proyecto Arqueológico San José de Moro. De lo dialogado y de sus disertaciones sobre ‘Los quipus en el mundo andino’ y ‘Las mujeres en la antigua costa norte del Perú’, respectivamente, compartimos aquí algunos aspectos que consideramos de interés general.
Urton: los quipus y un sistema de escritura radicalmente distinto al que conocemos
Tras 25 años estudiando quipus en las más grandes colecciones alrededor del mundo, el investigador norteamericano destacó el hecho de que si bien es cierto conocemos con amplitud que los quipus registraron datos del Estado, los tributos, el censo y otros asuntos gubernamentales de la época inca, poco se ha estudiado que también registraron mitos e historias. ‘El Tawantinsuyo tenía 80 provincias y los quipukamayoc guardaban informes sobre la mita organizados en un sistema decimal, además de otros documentos, en los quipus. En ellos hay un sistema de escritura radicalmente distinto a los que conocemos. Un sistema resultado de una serie de decisiones: ¿Ha de hacerse el nudo con pelo de llama o lana de oveja? ¿Ha de ir una cuerda en la parte superior o en la inferior? ¿Deben ser azules o rojos sus hilos? Habría seis decisiones binarias y una de opciones múltiples (el color). El repertorio informativo de un quipu constaría de signos, un repertorio de mayor extensión que el de la escritura cuneiforme mesopotámica o el de los jeroglífos egipcios. Un quipu abarca más que un mero registro contable’, afirmó Urton.
Castillo: Mil años de poder femenino en la Costa Norte del Perú

El rol de la mujer en el antiguo Perú es un tema que viene cobrando relevancia desde hace algún tiempo, pues se asumía que se trataba de sociedades cuyas principales funciones dirigentes eran ejercidas únicamente por personajes masculinos. No obstante, en algunas representaciones artísticas, sobre todo de la época Mochica en la costa norte peruana, se retrató a personajes femeninos participando y, en ocasiones, encabezando actividades rituales’, afirmó Castillo Butters.
Para el investigador, los hallazgos arqueológicos que desde 1991 se realizan en San José de Moro han enriquecido de manera sustantiva este panorama al ofrecer una perspectiva completamente distinta de la que se tenía, dado que se trata de complejas tumbas de elite pertenecientes a personajes femeninos. Y es que últimamente, tumba tras tumba, se han hallado contextos funerarios de élite no solo del Período Mochica Tardío, sino también del Período Transicional, hecho que demuestra que el poder de la mujer en el antiguo Jequetepeque se mantuvo incluso después del colapso de la sociedad Mochica. La complejidad de estos contextos se manifiesta en el especial tratamiento funerario otorgado a estas mujeres, la cantidad y calidad del ajuar funerario y, además, en la presencia de piezas de manufactura de exquisita calidad artística.
El poder femenino en la antigua Costa Norte no fue exclusivo de las mujeres, nos quedó en claro, pero sí fue un hecho trascendente que permite que hoy veamos la historia con ojos distintos.

* Las fotografías son de Julio Vásquez.

Ética periodística y ciudadanía



Augusto Rubio Acosta

De los conceptos que a primera mano es posible recoger de los periodistas o ciudadanos sobre ética (ilusión, sueño, fantasía, ideal, metal alta), nos quedamos con las dos últimas. El sentido de la palabra se ajusta al talante quijotesco del periodista cuando es concebida de tal forma que éste asume el propósito de cambiarlo todo, de eliminar la corrupción y la injusticia.
Y es que la utopía del periodista es una insubordinación, una rebeldía frente a la realidad hiriente que nos toca y que sobre todo afecta a muchos inocentes. Es la subversión de la imaginación contra la racionalidad dominante. La utopía es necesaria porque impide nuestro estancamiento y resignación a como están las cosas, a cómo se conduce el mundo.
La ética es una utopía, pero no un vulgar conjunto de normas o imposiciones reglamentarias que hay que cumplir. La ética es una búsqueda, es el impulso a la excelencia, es hacernos felices intentando alcanzar una meta. Y el gran periodismo es ético. 
A propósito de todo esto, un buen ejercicio para analizar los medios que circulan en nuestra ciudad sería analizar las portadas de los periódicos y discutir alrededor de qué dilemas éticos se les plantearon a sus editores y directores a la hora de elaborar y aprobar las primeras planas. Y vamos a encontrar de todo: medios que dan todo el despliegue a acontecimientos deportivos o de farándula, dejando de lado el doloroso drama social; periódicos de dudosa conducta moral y profesional que no tienen devoción por el interés público; medios al servicio de intereses políticos y personales, elaborados en función al negocio.
El periodismo se ha degradado en la mayoría de medios de comunicación, es innegable. La pregunta entonces se desprende por sí misma: ¿son distintas la ética periodística y la ética general? La primera (deontología periodística o deberes de quien opta por el periodismo), es muy distinta de la segunda, que tiene como base los valores éticos de una buena persona. Y no es posible formar a un buen periodista si previamente no se ha formado a un buen ser humano.