miércoles, 31 de agosto de 2011

Poema a Juan Ojeda

El poeta Juan Cristóbal nos acaba de hacer llegar lo último que ha escrito sobre el inmortal vate chimbotano. Compartimos con ustedes este poema:

A juan Ojeda

Juan Cristóbal

Parecía un ser de otro tiempo
un amigo amaneciendo
recogiendo buganvillas
en el sol fascinante del verano
Lo quería como se quiere a las estrellas
cuando nos descubren el silencio de las calles
ylas hierbas ennoblecidas por el río
No le gustaba reconocer
el resplandor primero de las hojas
ni el último atardecer zarandeando la mirada del abuelo
Cuando lo escuchaba hablar de las voces desesperadas del camino
o del alma bendita de la pena
o de abrir todas las puertas
para que todos pasen como el viento
sabía que se iba a perder por los lugares más inhóspitos del mundo
y ser alguien –un amigo- en la conspiración
o en la clandestinidad de los encuentros
Amaba las lechuzas y las puertas humildes en el alba
y escupir en la tumba de su padre
y decir
-como si divisara la esperanza en otro sitio-
Yo no creo en los dioses o milagros
pero los ángeles creen en la sacralidad de mis palabras
por eso orino en los basurales de la calle
Y mientras soñaba con duendes y caballos
inventando la confusión de los destinos
recordaba tierras milagrosas y remotas
donde las margaritas sangraban en la eternidad de las ventanas
como esa noche
cuando ebrio
y lleno de antiguos remordimientos
se dejó caer con toda su locura a un abismo
donde ardían los fracasos de los ciegos
Nuestra amistad jamás se diluyó
a pesar que los geranios se desprendían del techo de su casa
pues siempre me ayudó
-incluso en su mesura-
a reconocer los cantos de sirenas
las huellas de los canarios en el parque
y a los que tiraban piedras
a los árboles que daban frutos en verano
Mi corazón
mudo y lleno de pesares
siente que su ausencia se asemeja
a un extraño temporal buceando en la intranquilidad de un desesperado
al que le encantaba repetir
cuando se despedía de su alma
movida por el ensimismamiento entrañable de los fuegos
Mi única realidad es el silencio de la muerte
Desde ese instante
hasta la hora en que el crepúsculo no avanza
no llego a comprender
que alguien que conoce la intimidad más secreta de los bosques
y sabe que no hay peor pecado
que contemplar de lejos la belleza
desee decirle adiós a las ardillas
o a las lilas cuando arden en las manos
Y aunque me complace sentir la serenidadde las mañanas
desperezarse entre la llovizna cansada de las luces
siento atrozmente en la inutilidad pobre de una hoguera
suspasos y desdichas
pasearse como un fantasma
por las historiaslamentables y recelosas de mi vida.

1 comentario:

  1. buscando las ideas olvidadas,
    me topé con unos sueños sin soñar...
    no sé si fueron las noches de insomnio
    o las tantas horas sin poder concebirte,
    pero en medio de esa ilusa idea, yo te encontré..
    te encontré tirada al borde de mi locura,
    no sé si fuiste una nueva tierra sin explorar
    o las voces olvidadas de unos mártires que reclaman justicia...
    te vi dibujada en la pared de los ensueños,
    vestías de grafitti y de miel,
    los contornos de tu silueta, no eran mas que sombras tristes,
    como diría aquel niño vagabundo, un juguete sin alma,
    no importó sin la lluvia trató de desdibujarte de mis sueños,
    yo, un orate sin tierra, quise crear mi Edén en ti,
    suspiré y suspiré por sentir tus frescas caricias revoloteando por todas mis entrañas,
    pero no hay cosa mas extraña que vivir por conseguir una tierra nueva...
    y si mi voz se apaga en cada ocaso que te pierdo...
    entonces moriré en el límite de que hay entre tu y mi sueño.

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