jueves, 10 de julio de 2008

"Cortázar es un Borges de segunda categoría"

César Aira critica al cuentista, lo aburrido y el mal hábito que tiene la prensa de descubrir cada quince días un escritor imprescindible

Bautizado por Carlos Fuentes como "el primer Nobel de Argentina", César Aira ha publicado más de 60 obras de teatro, ensayo y novela. Es escapista y fantástico, amante de Alejandra Pizarnik, de Borges y de su amigo Osvaldo Lamborghini. Le interesa menos vender que escribir "pequeños libritos secretos" y crear en el lector "esa actitud del coleccionista que tiene que buscar, a veces con mucho trabajo, esos libros que se venden en una sola librería en algún suburbio alejado".
Quizá por eso la popular estrella del cuento latinoamericano le parece una medianía en comparación con el maestro del laberinto. "Cortazar - dice con ganas- es un Borges de latón". Pero no le preocupa nada porque "los argentinos tuvimos a Borges en el siglo XX y no tenemos que preocuparnos por cuatro o cinco siglos más".

Invitado a un taller en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Aira ha valorado hoy el ingrediente iniciático de Cortazar para "los adolescentes que quieren ser escritores" pero "quien ha llegado a apreciar a Borges -termina- deja a Cortázar para la guardería".

Lo nuevo, lo bueno, lo raro y lo demás

Todo esto, por supuesto, sin ánimo de incendiar, porque "un escritor realmente bueno aparece una vez cada cincuenta años". El mal, según Aira, no son las medianías sino los cazatalentos y una prensa con el "mal hábito" de descubrir "cada quince días" un escritor "imprescindible".

"La literatura literaria es una actividad estrictamente minoritaria que interesa a poquísima gente -explica- "y lo que se practica hoy es una novela comercial, que es una puesta al día temática de la vieja novela del siglo XIX".

De su profesión, Aira entiende que "es una actividad tan rara que a veces los defectos sirven más que las virtudes. De hecho, los escritores muy virtuosos suelen ser los más aburridos".

Frente a la mediocridad y el aburrimiento, , el autor argentino defiende lo nuevo, puesto que ya se han escrito demasiados libros buenos. Y "si no alcanza toda una vida para leerlos -se pregunta- ¿para qué se necesita alguno más?"

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